domingo, 14 de diciembre de 2008

Director de Renata - Cartagena - Gana Premio

JOSE RAMÓN MERCADO
GANA PREMIO DE POESÍA

El escritor José Ramón Mercado Romero, vicepresidente de la Asociación de Escritores de la Costa y Director del Taller Nodal “Yngermina”, de la Red Nacional de Talleres de Escritura Creativa, se alzó con el premio de cinco millones de pesos ($ 5.000.000), de la VIII Convocatoria de Premios y Becas del Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena, en la modalidad de poesía.
El jurado que estuvo conformado por los escritores John Junieles y Gustavo Arrieta López, seleccionó como ganador el libro “Tratado de la Soledad”, entre 14 participantes.

Biografía

Poeta, dramaturgo, licenciado en Idiomas, narrador, cuentista y gran conversador. Nació en Naranjal (1937), un caserío del Municipio de Ovejas. Durante más de veintisiete años estuvo al frente de la rectoría del Colegio INEM de Cartagena, desde donde desarrolló una invaluable labor en pro de la educación de los estudiantes, sobre todo en el campo de la investigación y la creación.
Sus poesías hacen parte de antologías de poetas nacionales e internacionales. Es autor de los libros de poesías “El cielo que me tienes prometido”, “No solo poemas” (1970), “Las mismas historias” (1974), “Perros de Presa”, Agua de Alondra”, “Agua del tiempo muerto”, “Retrato de Guerrero”, “El baile de los bastardos”, “Árbol de Leva”, “La Casa del Conde”, “La Noche del Nocaut” y “Veinte poemas eróticos y una canción sosegada”, “Los días de la ciudad” (2004) y “Agua Erótica” (2005) y “Poemas y canciones recurrentes” (2008).
En 1974 recibió el Premio Nacional de Cuento con el libro “Las Mismas Historias”, el que escribió conjuntamente con su hermano Jairo. Mención de Honor en el Concurso Nacional de Cuentos Biblioteca “Gabriel Turbay” de Bucaramanga. Primer puesto en el Concurso Nacional de Cuentos de la Universidad Surcolombiana, en Neiva en 1975. Mención de Honor en 1976 en el Concurso Casa de las Américas en la Habana, Cuba, modalidad poesía. Ha siso incluido en varias antologías de poetas colombianos. Fue elegido como el mejor Poeta Nacional en el concurso organizado por la Casa de Poesía Silva.
Miembro Fundador de la Asociación de Escritores de la Costa, ha ocupado los cargos de Fiscal, vocal y vicepresidente y Presidente del Parlamento de Escritores del Caribe Colombiano, en los períodos 2005 y 2006.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Cuento

LA MOJARRA Y LA ARENCA
Anuar Cortázar Cáez
Taller RENATA -CARTAGENA


En las ciénagas de Cascajal, grandes y hermosas por sus aguas de color gris, que invitan a darse un exquisito baño, bajo el sol resplandeciente que día a día reflejan sus rayos en las aguas, dispersándolos a diferentes puntos, dando la sensación de introducirse en las profundidades de las ciénagas. Vivieron dos pequeñísimos peces que se encontraron nadando en ese hermoso sistema cenagoso, llegaron a conocerse y aceptarse desde temprana edad el uno al otro, se criaron juntos como si fueran hermanos aún siendo de clases diferentes, la mojarra y la arenca, seguían a todos los rincones nadando las ciénagas, se alimentaban y se ayudaban mutuamente a defenderse de los peces grandes, porque sabían que estos se los podían devorar, nadaban todas las ciénagas huyendo de los pescadores y de los otros animales que en ellas se encuentran. Ya habían crecido y cierto día la mojarra se descuidó de la arenca y ésta se le perdió; la mojarra inicia la gran tarea de buscarla, presintiendo que algo le hubiera pasado en las inmensas ciénagas; duró muchos días, semanas y no la encontraba, con su lenguaje se comunica con todas las demás mojarras de la situación de la arenca.Salieron en cardumen a buscarla teniendo que sortear muchos peligros, la mojarra se vio seguida en varias oportunidades por la babilla mona, pero ésta no la alcanzó para comérsela; también tuvo que sortear el peligro del bagre pintao en esa búsqueda incansable, hasta que un día encontró a la arenca.Ya tenía otras amistades y la mojarra al acercársela, la arenca la miró indiferente; la mojarra le dijo. Hace muchos días que me dejaste y me puse a buscarte obstinado, hasta ahora que te encuentro; creo que merezco una explicación; porque no te hecho nada que te haya molestado.La arenca mirándola fijamente le contestó:Lo que pasa es que yo soy un pez fino y bello, cabeza pequeña, cuerpo delgado armónico con escamas brillantes, con velocidad para nadar, como ves, somos de la misma especie pero de clases diferentes, aunque seamos del mismo hábitat. Perdona porque has sido muy buena conmigo, pero he conseguido unos amigos como tú, de mi misma especie; sus amigos comenzaron a nadar dándole vueltas a la mojarra, haciéndoles gestos indeseables con su nadar y luego se colocaron al lado de la arenca, al ver lo que estaba pasando la mojarra entendió y se puso triste, que casi no podía nadar, expresó con voz entrecortada: arenca tu eres y seguirás siendo mi mejor amiga, aunque no andes conmigo , te aprecio, respeto y te estimo, sabes que por eso de la vida nos criamos juntos y nos ayudamos a defender de los peces grandes, que hasta uno de ellos, el bagre pintao, casi te devora una vez, de cosa que te defendí distrayéndolo.Bueno yo me encuentro bien, aquí con mis amigos dijo la arenca, verdad?, sus amigos movían la cola como ratificando lo que decía su compañera.Será, como yo soy bocona, ancha, cabezona, amarilla, fea y ustedes son muy lindas, finas y veloces y yo no lo soy.La mojarra se fue sola, triste y cabizbajo, sabía que había perdido a su mejor amiga, se encontraba desconsolada, quería que el bagre pintao y la babilla mona se la comieran; pasó así varias semanas, no quería comer, decepcionada salió a nadar las ciénagas para conseguir otras amistades y se cansaba, estaba deprimida, no le fue posible encontrar otras amistades como la de la arenca, porque a cualquier cardumen que se acercaba, estas la miraban con displicencia, nadaba de un lado para otro, la familia de las arencas hacían sus reuniones sociales y no la invitaban.Un día escuchó el ruido de los pescadores y se escondió debajo del tapón para que no la fueran a cazar, de pronto oyó cuando los pescadores lanzaron la atarraya y se percibió un sonido fuerte, la mojarra lo identificó. Era el de la arenca, inmediatamente salió veloz, llegó al sitio a donde lanzaron la atarraya, observó que en la red que era de tejido menudita estaban atrapadas la arenca y sus amigas. La mojarra llamó a los suyos de su misma especie; como un rayo llegaron y con una velocidad impresionante cortaron la red con sus finos dientes.La arenca y sus amigos salieron.La familia de las arencas quedaron sorprendidas, nadando triste, consternada y apenada, fue agradecerle a su amiga de infancia por sacarla del apuro en que se encontraban y por haberles salvado la vida.De allí en adelante todos los peces de las ciénagas de Cascajal, las arencas, las mojarras, los bocachicos, los bagres, el barbudo, la pacora, doncellas, y demás han sido una sola familia unida, y han vivido felizmente como todos los cascajaleros. ANUAR CORTÁZAR CÁEZ........Cascajal julio 1989

lunes, 8 de diciembre de 2008

Reflexión

¿Si uno se apega al desapego, está realmente desapegado?
Por Juan V. Gutiérrez M.
(De la Asociación de Escritores de la Costa
y Taller Yngermina- RENATA)

Siempre miraba, con un poco de sorna, la actitud de las personas que permiten ser objeto de publicidad, por ser portadores de determinado favor en bien de otro ser u entidad cualquiera, miraba el tufillo de sobrevanidad estúpida en aquella situación. Y sobrada razón tenía y sigue teniendo el difunto Sócrates, que lucía con esmerado silencio la toga que le había confeccionado Xantipa, su mejer. Nos da un ejemplo cuando se encuentra con Antístenes, quien se caracterizaba por hacer alarde de extremada indiferencia ante la suntuosidad de la toga que portaba cualquier otra persona. Antítesis, mostraba los huecos de su toga y la manera como la lucía, sin ninguna preocupación. Es por lo anterior que cuenta Roger-Pol Droit y Jean- Philippe de Tonnac, lo siguiente: “Viendo Antístenes a Sócrates lucir la toga que le había elaborado Xantipa, Antístenes se le acercó exhibiendo los agujeros de su capa. Como para recordarle quien era el verdadero filósofo, el auténtico sabio, el que había tenido el coraje de abandonar las apariencias y de perseverar en eso. Entonces Sócrates miró a Antístenes. Y sin que el otro tuviera tiempo de responder, dijo dando vuelta la esquina: “Es tu vanidad lo que veo a través de tu toga “.
Así veo en Cartagena en la, páginas sociales donde aparecen damas de todos los colores, artistas que llevan sobre sus espaldad miles de oscares que no derrumban su vanidad, sino que la acrecienta, deportistas que han dejado miles de huellas en los diferentes callejones de la fama por donde los han invitado a caminar para tejerle la tela de su fama, científicos que oscurecen sus hallazgos con la muestra de la dádiva que aportan a las manos extendidas de los excluidos, en contraposición a aquellos que buscan la cercanía silenciosa para calmar las penas de sus congéneres. ¿por qué deben tocar bombos y platillos cuando lanzan las monedas a la “tiña”, si no están asistiendo a ningún acto de tradición cultural? ¿Será que siempre necesitan las marquesinas para engrandecer su ego, empequeñeciendo al que recibe el favor? No, ellos , nunca miran la importancia que tiene la defecación, nunca han mirado la urgencia con que se mueve el excremento por el interior de los intestinos, buscando abandonar aquel cuerpo que lo aprisiona y lo somete a los procesos de extrema selección, para tomar el más insignificante átomo de la estructura deteriorada. ¡Ay!, si los que portan el estandarte de la luz de sus acciones, comprendieran, el estado mucoso de sus interiores , y es por eso que nos preocupamos por llevar deshidratadas las mejillas mostrando la lozanía de las hojas verdes de los almendros, odiamos la tristeza de la humedad de los interiores, jamás queremos mirar el color acre de las heces, pero nos embelesamos en los matices de las paredes de las casas que muestra Cogollo en su plástica, jamás pensamos en la similitud del color del excremento con el oro que se obtiene del mazamorreo que se hace a la orilla del río Baudó. Al contrario se muere todo un continente, que ha hecho de iguana, como es la África, esa, que ahora esconde en su vientre el mineral Coltán, piedra filosofal del mundo de punta en la tecnología. ¡Pobre lugares del mundo que llevan en sus entrañas los huevos de la dicha! . Todo esto, desconociendo La revolución higienista, de la cual habla Dominique Laporte en su libro: HISTORIA DE LA MIERDA (pág.115): “Durante tres cuarto de siglo el higienista habla sin parar de la sangre, de la leche, de la mierda, del sexo, del cadáver, del esperma, del vertedero, de los hospitales, de la fábrica, de los meaderos. Es el príncipe consorte de la civilización del orden burgués, de la Europa colonial encarnada para siempre en la figura de Victoria. En el corazón de sus relatos, de sus memorias, de sus observaciones, de sus informes, cartas, ensayos, comunicaciones, etc., la cuestión de lo excremencial lo persigue. A principio del siglo XIX. La mierda no se trata tan sólo de eliminarla, de separar en ella lo líquido de lo sólido, de colarla y desinfectarla, se trata, aún más bien, de rentabilizarla. “Recordad, dice Bentham, que no satisfacemos, o al menos no deberíamos satisfacer, una necesidad sin sacar provecho. Debería servir de abono”. (Citado por J. A Miller : “La Machina panoptique de Jeremy Bentham”. Y el hombre del siglo XX y XXI, extrajo el excremento de la madre Tierra y clavó su laza en la tierra para ver morir de hambre a sus semejantes. Pero el hombre hambriento adobó la tierra y la dio en forma de galletitas a los hijos de Haití, descendientes de la iguana mayor África.

juanvgutierrezm@yahoo.es

martes, 2 de diciembre de 2008

Quinoja

MANUEL OSORIO Y LA CULEBRA BOA
Joaquín Rosales
Taller Yngermina - Cartagena - RENATA


Ya avanzada la temporada veranera, en el mes de maro, mi papa decidió derribar una franja de arboles y monte situada a la orilla del rio San Jorge con la ciénaga de Galindo en la región de La Mejana con el fin de sembrar pasto para el ganado; para este menester contrato a un grupo de jornaleros integrado por los señores Rafael Ávila, Manuel Cruz, Pedro Bravo , Manuel Osorio y otros.- Manuel Osorio era oriundo del corregimiento de El Salado en El Carmen de Bolívar. era un hombre de temperamento apacible y de movimientos lentos, por eso lo apodaban El Perico Ligero
Un lunes llegaron todos enguayabados porque el domingo se había tomado unos bueno tragos de Aniceto; después del desayuno iniciaron sus labores con el entusiasmo acostumbrado; l medio día suspendieron la faena para almorzar con un suculento sancocho de boca chico fresco.- Los efectos del sancocho y del guayabo hicieron sus efecto y cada uno fue buscando un lugar fresco conde hacer la siesta
Manuel Osorio(Perico Ligero),se alejo del grupo y se durmió bajo la sombra del manglar donde había estado trabajando y para mayor comodidad se soltó el cinturón de un pantalón corto y ancho que vestía, también le desabotono la bragueta, tenia además una franela de cuello ancho con varia roturas; había reunido varias ramas frescas con las que hizo un manojo a manera de almohada, estaba en decúbito dorsal con una pierna extendida y la otra plegada con la rodilla en alto, contemplaba a unas iguanas que tranquilas como él , reposaban en las ramas de los arboles; disfrutaba sintiendo que la brisa fresca le entraba por la bocamanga del pantalón y le refrescaba el bálano; sin darse cuenta se quedo dormido.-Una boa joven decidió dar un paseo , avanzo lentamente hacia donde se encontraba Manuel Osoreio; sin intención maligna entro por la bocamanga del pantalón de Osorio, por donde antes entraba la fresca brisa, la culebra siguió penetrando suavemente , paso por la verija y el ombligo , siguió por dentro de la franela y llego al plexo solar; mientras tanto ,Manuel Osorio soñaba deliciosamente que una hermosa mujer, muy dulce y tierna, con manos sedosas le hacía cosquillas…Cuando la culebra saco la cabeza por el cuello de la franela, el dulce durmiente despertó y l abrir los ojos vio con estupor la cabeza de la boa a diez centímetros de su nariz; el cuerpo se le puso rígido porque el instinto de conservación le hizo concentrar toda su capacidad motriz en su mano derecha, en milésimas de segundos cerro sus dedos alrededor del cuello del reptil apretando con todas las fuerzas que le ordenaba su atormentado cerebro, mientras la serpiente se contorsionaba por la asfixia y Manuel Osorio emitía desgarradores gritos de horror pidiendo auxilio, todos sus compañeros acudieron precipitadamente hacia el, cuando llegaron, cuando llegaron todos se horrorizaron al ver la escena, ; ambos, hombre y culebra estaban inmóviles.- Rafael Ávila con voz trémula exclamo : ¡mierda, no joda! l culebra mato al perico ligero!.. otro agrego : pero hay que quitarle la culebra, y poniendo manos a la obra se la quito a Manuel y la boto lejos, pero ya el animal estaba muerto pero Manuel Osorios estaba inconsciente.- Entre todos lo embarcaron en una cano y con la fuerza de seis remos la canoa surcaba velozmente la superficie de las aguas dejando estelas de burbujas ; los remeros iban silenciosos porque sus cerebros habían concentrado toda su capacidad en los músculos de su brazos.- En un tiempo récor, aun imbatible, llegaron a la casa de Manuel Aguado en el pueblo Bocas de San Antonio, quien ordeno que desnudaran al paciente para lavar su cuerpo con el fin de localizar la mordedura; cundo estaban lavándolo, Manuel Osorio recupero el conocimiento y empezó a gritar con lo ojos desorbitados , como un potro cerrero salto a correr sin darse cuenta que estaba desnudo, sus amigos lo detuvieron y lo calmaron; el doctor Aguado ordeno que le dieran un trago de ron, convencido ya que el peligro había pasado porque no encontró en su cuerpo ninguna señal de mordedura
Fue Emilio, la mujer de Osorio, quien al momento de lavar la pantaloneta y la franela , noto que en ellos habían residuos de ; ¿pero residuos de qué? si, en el pantalón había humedad de los tragos que había ingerido el día anterior y en el cuello de la franela residuos indigesto del sancocho de pescado .- Lo bueno y positivo de este acontecimiento fue que a Manuel Osorio le cambiaron el apodo, ya no le decían Perico Ligero por lento sino Potro cerrero por lo brioso y rápido que lo dejo la boa .
Lo cierto es que Manuel Osorio cambio de actitud, se convirtió en un hombre ágil y activo ; de ahí nació el siguiente refrán : CON CULEBRA DENTRO NO HAY PERICO LIGERO LENTO.
QU9INOJA.
Taller Yngermina
Septiembre l9 de 2008

martes, 18 de noviembre de 2008

Poemas

Poemas
MARGARITA VÉLEZ VERBEL
Asociación de Escritores de la Costa
Yngermina
Tallere de la Red Nacional de Talleres de Escritura Creativa
RENATA


Vida

Vivimos una sola vida
Como un solo trazo
Como un solo sesgo
Como una sola tarde, que muere muy pronto
Bajo el sol.

Ustedes

¿Quién pagará por todo lo que han hecho?
Por todo lo que me han quitado
Cuál de ustedes que me conoció y me dejó sola
Que me vio sufrir
Y pasó de soslayo por mi costado
¿Quién de ustedes pagará por tanta infamia?

Flor

Así como una hoja cae
y como la hierba crece
Así latiendo, a veces hablando, a veces sintiendo,
estoy sin sabor
tal parece que cada instante,
que cada vida estuviera a medias
como un tallo tronchado
como una flor maltratada
cada vez nos parecemos más a esos árboles
que resisten a las fuertes tormentas

Alabanzas
al gran Satanás

Ángel maravilloso
dios del inframundo
redentor de los hombres
que bajaste al abismo y no te dejaste doblegar
ángel rebelde,
que del Dios hebreo
enfermo de poder
no te dejaste someter
recibe mi cuerpo y mi espíritu
hazme lujuriosa,
dame pasiones, dame vida
dame todo lo que da la materia,
porque materia, sentidos y pasión
es el hombre
hazme humana, inmensamente humana
gran Satanás, consentidor del hombre
hermano en la caída y en la lucha
dame vino con que adormecerme
cuando mi espíritu no encuentre regocijo
y la desdicha me devore.
Gran Padre mío
gran padre de la humanidad
de los desposeídos y los desterrados,
de los de espíritu libre
salida soy de tus entrañasarde guerrero, Ícaro, gran Prometeo



Relato

LA VARA DE PESCAR DE UN CHAMBACUNERO
Por Juan V. Gutiérrez Magallanes
Asociación de Escritores de la Costa
Red Nacional de Talleres de Escritura Creativa
RENATA


La vara de pescar, permanecía recostada en el rincón de la izquierda del segundo cuarto que se encontraba al entrar a la accesoria por el patio, esto lo describo así porque era muy frecuente permanecer en el solar posterior, por eso la puerta de la calle permanecía, casi siempre cerrada , hasta las tres de la tarde, cuando se abría para poner la mesa de frito de propiedad de mi abuela. Estar en el patio era una oración que le hacíamos a la fraternidad porque allí se rompían las barreras, ya que por los altares de la cocina se repartían los olores dulces y sabrosos, aquello nos daba una alegría de : “barriga llena corazón contento”.
La vara reposaba en la esquina del segundo cuarto, pero todos día variaba su posición porque mi abuelo, la tocaba y le estiraba el alambre, que hacía de cordel o cáñamo para sostener el anzuelo en su extremo, aquel garfio era de un número grande , destinado para peces, como eran los róbalos congos que merodeaban en grandes cardúmenes por las aguas que golpeaban la punta de La Tenaza del inicio del antiguo Boquetillo, o los sábalos mayeros que muchas veces lograron pescar en el “Vuafe “ de la casa de Martín, ésta tenía el patio colindando con las aguas del mar Grande en el Boquetillo. El madero de la vara, se había obtenido de una rama gruesa de un árbol de totumo que había encontrado en uno de los solares abandonados de Bocagrande, la vara tenía alrededor de un centímetro y medio de radio, era resistente, ya lo había demostrado en muchas ocasiones, pescando en las playas de Bocagrande, con el agua a la cintura, sin temor por el tiburón-el abuelo sabía a que lugares del mar podía entrar sin el preaviso de sus dioses, él había aprendido los secretos de ese mar muy temprano y a conocer la peligrosidad de cualquier fiera marina por el brillo de su espolón, de esa aleta dorsal que sobresale a la superficie cuando el pez sobrenada a media agua, así que él era un pescador tranquilo. Eso sí, era muy respetuoso del silencio del mar, cuando no había luna, cuando esta no se apreciaba en las noches que se enfrentaba al mar en ocasión de pesca. En el manubrio de la vara, tenía unas ranuras, cada una de ellas, resumía una historia, que podía transformarse en leyenda, según el momento o la ocasión para narrarlas.
La vara era la varita mágica de mi abuelo, cuando los días se iniciaban con mucha sobriedad o sin la conversación de los sabores que estaban ausente en el braseros ; mi abuelo, me llamaba y me aseguraba la buena pesca que haría.
Al pasar mi abuelo por el puente de madera, tiraba un atarrayazo para sacar las sardinas que utilizaría como carnada para el pez que debía atrapar. Porque mi abuelo siempre colgaba la atarraya al lado de la vara, él sabía tejer las atarrayas, nunca aceptó atrapar peces pequeños, al mar lo consideraba como una madre grande, que siempre tiene mucho que brindar. La vara y la atarraya, eran sus herramientas de esperanza.
Ya con las sardinas y su vara nos encaminábamos hacia la Punta de la Tenaza de la playa del Cabrero. Había algo muy especial en el acompañamiento que le hacía a mi abuelo, que sólo pude explicarme ya cuando crecí. Al bajar el puente de madera de Chambacú, iniciaba una especie de cuento, que después comprendí que aquello hacía parte de la historia de Cartagena: _Mira, esa punta de muralla que nos permite ver la calle de San Pedro Mártir, lleva ese nombre por el Baluarte de San Pedro Mártir que se continúa con el cordón de muralla hasta llegar al Baluarte de San Lucas, atravesado por la puerta que lleva por nombre: Paz y Concordia, ese nombre se le dio en honor al gobierno de Rafael Reyes, yo tenía aproximadamente nueve años, porque yo nací en el mil novecientos, en Pasacaballo. __ bueno volviendo al Baluarte de San Pedro Mártir, mi abuelo dejaba la historia trunca, en cuanto al resto de muralla__ los Baluartes de : San Andrés, San Pablo y San Pedro Apóstol, este último se unía a la Puerta del Reloj que se unía a la Puerta del Reloj__ conocidos por él en tiempo de su juventud, ya que habían sido demolidas en el 1919__ Cuentan que afortunadamente los dineros para el gasto de la demolición, fueron raponeados por dirigentes de ese momento, de lo contrario, hoy no existieran . Aligerábamos el paso y entrábamos por la puerta de Santa Catalina, entre los Baluartes de San Pedro Mártir y San Lucas, llamada así por el Baluarte del mismo nombre, seguíamos hacia la derecha y me mostraba la Reculada del Ovejo, para seguir hacia las Bóvedas, donde me mostraba la primera bóveda, que había utilizado su familia como vivienda al inicio del mil novecientosuno, cuando llegó su madre viuda de Pasacaballo.
Llegábamos a la Playa, extendía su vara y entraba al agua, dejando que esta le llegara a mitad de muslo, esto con la intención de poder jugar con los arranques y tirones del pez, una vez que hubiese mordido el anzuelo, debía estar muy atento y apretar con fortaleza el extremo de la vara. Allí era donde , yo recordaba las anécdotas contadas por él , aquellas cuando estuvo trabajando en telar de los Espriellas en la fábrica que se quemó, frente al campo de la Matuna, él era un hombre de mucha fuerza, y ahora lo demostraba especialmente cuando le tocaba luchar con un pescado de quince kilos y de la clase del jurel, uno de los peces de mayor fuerza en sus aguas, porque para el sábalo o el róbalo, él tenía sus mañas.
A la hora de estar allí, mi abuelo se enfrentaba a los tirones de un gran pescado y a puro pulso le ganaba la lucha al animal, quedaba cansado en la playa, por unos instante, el cansancio se extinguía en un suspiro profundo y volvía a mirar con serenidad los restos de los pedazos de madera que quedaban incrustados en la muralla, como recuerdo del Boquetillo de ayer donde tiró sus primeras bolas de béisbol y anotó sus carreras ganadoras. Volvía a su realidad, la alegría era inmensa porque volverían los olores en el patio y la vara con la atarraya a esperar otro tiempo de pesca.
La vara y la atarraya con el tiempo se alejaron de las aguas de la ciénaga de El Cabrero y Chambacú.
juanvgutierrezm@yahoo.es

CUENTO

Gilberto García Mercado
De la Asociacion de Escritores de la Costa y el
Taller YNGERMINA
Red Nacional de Talleres de Escritura Creativa
Cartagena
ARDE BOSTON

El hombre despertó a las seis. Mientras esperaba que su madre preparara el desayuno, transcurriría una eternidad… Luego entonces, ¿con quién conversaría hasta las nueve, hora en que toda la familia despertaba? Al salir de su cuarto observó el reloj de pared. “Las seis en punto”, volvió a repetir,"Mejor hubiera despertado a las nueve". Porque lo más común sería enloquecer, si se continúa dando vueltas y vueltas en la cama. El sueño prófugo nos aventaja, pero si exigimos una explicación, he ahí a la bendita soledad. Hasta cuando doña Helena despertara, preparando un desayuno suculento, como nada más ella sabe preparar.
Pablo Fiestas camina por el patio, disgustado. ¡No tiene con quién conversar! Y su estómago se calmaría sólo con comer un poco.
Meses antes eran las seis, pero con tal oscuridad que sin reloj, fácilmente se acepta que para que el día llegue, hay que esperar un tiempo, crucial, tedioso, desesperante. Ahora son las seis, pero con ese cielo limpio parecen las nueve, pero apenas son las seis, y el sol sale sin ninguna prisa, inmutable, inclemente, y el hombre esperará casi tres horas para que la familia se levante. Entre un tedio eterno y el silbido de su estómago que con pancartas, vallas, y pasacalles, se le declara en huelga por los alimentos. “No debo pensar en el hambre” – murmura – “Si se es indiferente, el hambre se va”. Eso funciona en otros, pero en él es caso perdido. Última opción: Prender la televisión, pero eso sólo aumentará la desesperación y el tedio.
La puerta de la calle continúa cerrada. La mayoría de las casas de Boston poseen puertas con barras de hierro como estrategia de seguridad. Medida adoptada desde que los pandilleros comenzaron a derribar las de madera, y se llevaban los televisores, ventiladores, o cosas de valor…
Como son las seis y uno. Y, parecen las nueve, Boston está totalmente despierto. Pero sus habitantes duermen apaciblemente. Menos Pablo Fiestas...
…Y te arrojarán al mar de las amarguras, y te ahogarás rápido- temprano- para cuando doña Helena despierte. “Aquí está tu desayuno, hijo”, te dirá. Te sentarás en la poltrona de mamá. Tu cabeza y tus piernas rozan la puerta, pero no has abierto los pesados candados. Sabes que los dejan puestos por cuestión de seguridad. Sin embargo, eso de nada te servirá pues alguien que partió la noche anterior, pronta vendrá por ti. No podrás defenderte. “Pero si tengo la puerta cerrada, nadie entrará”, pensarás. ¿Recuerdas cuando hurtaste la mesada a los Gómez, a quienes la Oficina de la Beneficencia Pública no dejaban morir de hambre? Los remordimientos entonces destruías apenas tu madre, despacito, susurraba: “hijo, ven a desayunar”. Convirtiéndose la frase en tu tabla de salvación pues doña Helena siempre estaba allí. Con ese amor de madre, que hasta ya casi muriéndose, jura, reclama que su hijo es bueno. Que no pudo cometer tal atrocidad...
…Cuántas veces pisaste el correccional. Condenas irrisorias purgabas pues alguien hacía de abogado del diablo. Y entonces mamá recurriendo al pequeño patrimonio familiar. Aquel dinero, intacto, reservado para los malos tiempos, se dilapidó en arreglar tus líos judiciales. “La vida es así” – te decías, irónico, luego del delito – “¿Si no?, entonces no sería mundo. La balanza debe inclinarse, pues si de un lado está la clase pudiente, que no ha sido picada por los zancudos. Sin dolor de muelas y rechonchos moralmente. Y de este otro lado, los pobres, muriéndonos de hambre. Enfermos, confinados en viviendas sin retretes. En barrios atravesados por caños llevando aguas negras a la Ciénaga. Si no la equilibramos, el excremento de la sociedad seremos. Algunos dicen que no lo lograremos, y esto lo transmito a mis amigos. ¡Y ellos tanto lo comprenden que todos los días hay muertos en Boston! Invitados a tu entierro están, te lo dice la claridad de la calle. El mundo, los que duermen en sus cuartos. Y hasta la propia doña Helena, todos, hasta la ausente noche parecen confabulados para matarte. (¡El Presidente del País decretará este día de Júbilo Nacional por tu muerte!). Pensaste, al principio, que este amanecer sería como uno de aquellos pocos. Pero estás aquí, Pablo. Ardiendo con Boston. Te ves, el tiempo se comprime, treinta años son tres horas. (Pero en seguida, absurdo, retrocede, y, casi niño, te contemplas, agarrado de la madre- apoyándote- para atenuar el cuerpo al bajar del viejo camión chevrolet)
... Y desprenden las estrellas a tus ojos. Sin tacto, sin delicadeza, de un tirón. A lo mero macho como dicen los mexicanos. No les importa la puta madre que los parió. Duele, el doctor te saca las muelas, las espinas del alma, sin anestesia. Un calor glacial recorre tu cuerpo. Tratas de pararte pero un miedo universal te abruma. “Es el fin”, piensas. ¿A cuántos fulanos les regalaste el boleto para la otra vida? Traías objetos valiosos a la casa, manejando cantidades exorbitantes de dinero. Cuando doña Helena te preguntaba, la dejabas convencida con la frase: “No te preocupes, mamá. Soy el cobrador de un amigo”.
….Y piensas en los que duermen, pero a tus oídos sólo llega, tenue, el ronquido de los que no despertarán jamás. ¿Faltan dos horas y media o veinticinco años para cumplir tu condena? Ni siquiera puedes volver el cuerpo. Y, poder entonces gritar, “nunca voy a morir”. Y seguir acuchillando con la complicidad de la noche. Matando ancianos y a cualquiera que se te atravesara en el camino. Yo sabía que allá en el Callejón de la señora Mayo te hartabas de estupefacientes. Te convertías en un Spider man o un Jackie Chan. (Un súper héroe que hacía siempre lo malo…) Sí, yo lo sabía, hermano. Irrumpías pateando la puerta, sin misericordia alguna para con el sueño de mamá. Y nadie por el miedo, en absoluto, se atrevía a reclamarte. Doña Helena en un rincón, lloraba lágrimas de sangre. Y, ¿qué podía hacer yo si no convertirte en el personaje de mis relatos? Me pesaba ser el hermano mayor. El que se encerraba en el maldito cuarto. Esperando que alguien tocara a la puerta. Y llamara por teléfono, y preguntara por el escritor. Que dijera: “Le vamos a publicar, en exclusiva, su cuento en la edición del domingo. El diario quiere entrevistarlo”.
... Y el sudor se enjugaban con mis páginas. Nadie respetaba lo que hacía. Tanto buscar en la mente, las escenas, la atmósfera, y los personajes para recrear mis relatos y novelas. Tanto emplear, días, meses, y años en eso. ¡Tan sólo para que tú y los de la casa se secaran el sudor con mi vida! ¿Qué culpa tuve yo en el malhadado camino que escogiste? No sé, tal vez debí ser el vigía que estuviera atento a un mar turbio… Así que, en esta media hora. O en estos cinco años de tu presidio, no puedes descuidarte. Sé que estás atento, vigilas tu mar, sabes que si te descuidas. Que si te duermes un segundo, tan sólo un maldito segundo, hermano. Entonces estarás aceptando el boleto devuelto por tus víctimas. Y antes de que te despabiles y te des cuenta. Antes de que reacciones, estarás en el tren de la muerte. Pues ese alguien que partió la noche anterior, por fin vino por ti. Y me dolerá, hermano. En cierta forma vivo tu sufrimiento. Encerrado en mi cuarto sufría lo indecible. Tú, esclavizado por los malditos estupefacientes. Y yo rumiando mi soledad, mi dolor. Mi obsesión por la Literatura. Tratando de verter en una hoja virginal todo este sufrimiento… Me dormí en la estancia repleta de libros viejos. Debido a mi pobreza yo los compraba en el Centro. Y una verdadera batalla verbal iniciaba, o estratagema como la llamaba yo, para siempre obtener un libro de García Márquez o Julio Cortázar, a bajo precio. Y entré de de veinte años. Y hoy que me asomo y te estoy viendo, soy el único que te observa en esta media hora. O mejor, treintaiun minutos. O en estos más de cinco años, y descubro sorprendido. Y más al mirarme en el espejo, en un rincón sobre la mesa hay un montoncito de calendarios mohosos, que tu hermano escritor ya no es el joven de veinte años sino un hombre de veinticinco. ¿Qué ha sucedido, Pablo Fiestas? ¿Dónde está nuestra madre? ¿Y Marcela? Dime, ¿qué ha sido de ella? Cinco años me atraparon en cualquier rincón, pero el más recóndito del planeta. ¿Cómo debería sentirme? Como un hombre de veinticinco años, aunque tenga cincuenta. Desperdicié la vida buscando la piedra filosofal. La fórmula del más grande escritor de mi tiempo. Imaginé mi nombre esculpido en oro, en mis libros.
Cómo lamento las palabras de mi padre entre sus últimos estertores de muerto:
-¿Escritor?– me dijo – ¿Te quieres morir de hambre?-
Asombrado entonces alcancé a sentir. Y pasó desapercibido, en ese temblor de sus manos, un cierto desespero. Como si papá pudiera morirse en paz, solamente y si yo le dijera: “Despreocúpese, viejo. No voy a ser escritor”. Y murió sin resignación, algo en su cuerpo exánime, decía que se había ido pero no en paz. De seguro, supuse, que él adivinaba que yo no iba a cumplir la promesa. Pero estás aquí, Pablo Fiestas. Un calor terrible vierte sus ondas. No deja espacio, ningún resquicio sin recorrer. Te hallas, creíste al principio, en un baño de sauna. “Alguien debió instalar el servicio en mi ausencia”, pensaste. Pero como la temperatura subió vertiginosa. Te quitaste la camisa, y la franelilla debajo. Y sin el menor recato, arrojaste toda tu ropa. Resignado. Y antes de quedar como pato sancochado. Inerte. Cocido por las manos vengativas. O por los jueces que te han hallado culpable, escuches, querido hermano. La voz de vida de nuestra madre: “Ven a desayunar, mi Pablo”. Y como ya lo he repetido, esa frase te devolverá a la libertad. Volverás a ser el asesino despiadado de Boston.
…Y no debí condenarme a la cárcel de mi cuarto. Verter en tantas hojas esas lágrimas que el desamor de Marcela me causara. No debí resignarme pues todas las mujeres son así. No dicen sí a la ligera, de inmediato. Pero, ¿era justo que llevara seis años esperando un sí, mientras la sorprendía besándose con otro? Pensé que ella al no verme en tres meses. Acaso por curiosidad se acercara a la casa y, luego a mi cuarto. Y por último preguntara: “¿Dónde está, mi querido, David?”. Pero ella jamás apareció. La eternizaba en todo lo que escribía. Cuántos días con sus noches - ¡fueron treinta años hermano, treinta!- sentí los pasos de mamá que llegaba a mi cuarto. Tocaba en la puerta, levemente, mientras me gritaba bajito: “David, abre la puerta. Te traigo el desayuno”. Entreabría la puerta, la luz del sol que se escurría por alguna hendija en el techo, me hería ferozmente. Sin que la vieja notara mi deterioro, ya con los platos entre las manos, yo procedía casi que automáticamente a cerrar la puerta. Mamá ya estaba acostumbrándose y no se alarmaba. Pero eso sí, Marcela se hallaba presente en mi cuarto: Su foto enmarcada en un cuadro grande, colgada en la pared del fondo. Enseguida me imaginaba que en mis mejores noches – Marcela – tú bajabas del cuadro. Primero como una sombra transformándose, en una atmósfera, densa y cálida. Hasta que finalizada la metamorfosis, posabas tus brazos sobre mis hombros. Y, entonces, se me estremecía el ritmo cardiaco, cuando restregabas tus pechos de piedra contra mi espalda. ¡A nadie le importaría ser crucificado por poseer aquellos amores! Comprendí esos sentimientos inherentes a todo escritor. ¿Quién puede escribir sin ellos? Y tú, Pablo Fiestas, ¿cómo hubieras reaccionado si en vez de drogarte y emborracharte como un loco hubieras tenido la opción de elegir otro camino? El destino hubiera sido otro. Pero te equivocaste, querido hermano. Tienes el mismo impulso de los Fiestas. Yo buscando de que entre mis textos un día apareciera, volátil. Alcanzable en la atmósfera de mí cuarto, tu cuerpo de sirena dormida – Marcela – y que sólo yo te jalara hasta la cama. Y te hiciera mía una y otra vez. Te poseyera una y otra vez. Y fueras mía una y otra vez, Marcela. Aunque vivamos bajo el mismo techo, cada cual habita su propio Universo. Mientras Marcela se halla en todo relato que escribo, los alucinógenos son el agente que intoxica tu alma. Son los que estimulan ese carácter inclinado al crimen, y entonces ya no podrás parar. La sangre correrá por tus manos, te bañarás con ella…
…Y la condena apenas comienza.
Porque, si tú notas una parte de ti ha envejecido cinco años. Te duelen los pies que en cinco años no se han levantado de la poltrona. Los que duermen tal parece que no quieren despertar a tiempo. Hay tal tranquilidad en los implacables durmientes, que terminarán por pasar estos veinticinco años. Una eternidad como un siglo del maldito tic tac del reloj más lento del mundo. Y, ni siquiera la familia se apresuraría a despertar. Para que se convenza de que ese alguien que partió la noche anterior, por fin vino por ti.
…Y Boston arde, van cayendo sus casas. Piedra a piedra. Borrascas de fuego encandilan las casas, los rostros de estos sacrílegos que corren de un lado para el otro ante una evidente y total destrucción. La iglesia, una construcción de madera, poco a poco va doblegándose. Se hunde como un barco en altamar. Alguien dijo que sorprendieron un sacerdote con una de sus feligreses. Pero no en su labor de administrarle la Verdad del Señor, sino en un acto Indigno. Por eso la iglesia, ahora se cae. Es la decadencia de la Humanidad, de Boston.
Y tú, Pablo Fiestas, ¿te salvarás? Te observo desde mi cubil, sé que vas a morir. Que puedes llorar como un niño, que puedes patalear aunque no puedas. Estás sujeto, aferrado, herméticamente a esta poltrona. Alguien ha dejado caer el martillo de los siglos. Te han hallado culpable y tú por fin lo entiendes. Sí, aunque esta ironía, este retazo de tu maldito buen humor nunca te haya abandonado. Incluso ni ahora que ya sabes que te quemarás en el infierno.
…Sí, es el principio del final. Testigo de tu muerte seré. Y cuando una corriente positiva y negativa se una. Y, el resultado sea una gigantesca explosión borrando a Boston del mapa. Sintiendo el horror, pero a la vez la felicidad estaré. La pesadilla apenas llegaste al mundo, finalizará con tu muerte. No existirás ni siquiera en la memoria de doña Helena. Porque el sueño para la familia sólo duró tres horas. Tres horas que para ti serán treinta años de condena....
Y aquel domingo, vísperas de mi encierro como cualquier curioso me detuve en la esquina de la aglomeración. La sangre corría de una esquina a otra. Pensé que yo era el culpable de que aquella sangre corriera. ¿Por qué no te hice ver el mar embravecido en que tu barco naufragaría? Fuiste recluido en el correccional pero sólo pagaste una condena irrisoria. Mamá también tuvo la culpa. Aún recuerdo la frase que te devolvía de nuevo a la vida: “Ven a desayunar, mi Pablo”…
…Y como cada cual tiene un destino, el tuyo se inició cuando bajaste del viejo camión chevrolet. En la esquina, no rechazaste un cigarrillo de marihuana…
Hace dos minutos, por fin, viste el mar de tu amargura: esa borrasca de fuego borrando a Boston del mapa. De inmediato, mamá despertó y como si no hubiera sucedido nada, dijo: “Prepararé tortas para Pablo”. Yo enseguida agarré un libro, escribí una nota en mi vieja máquina de escribir, pero el teléfono sonó. Era Marcela, estaba feliz por mi artículo en el periódico:
--Tú artículo es excelente, David- me dijo - Pero no te olvides que hace treinta años que no nos vemos.
Más tarde cuando se presentó frente a mí, observé -conmovido- cuánto ella había envejecido en esos treinta años. Fue entonces cuando comprendí para bien o para mal cuánto se olvida uno de vivir. No quise saber de ella. Seguí caminando mientras Marcela se quedaba en una esquina bajo la lluvia. En ese instante mis entrañas querían reventar. Pero hice denodados esfuerzos para no llorar".
FIN

gilgarmer@hotmail.com
gilgarme@yahoo.com

sábado, 19 de abril de 2008

Director del Taller YNGERMINA

José Ramón Mercado Romero

Poeta, dramaturgo, licenciado en Idiomas, narrador, cuentista y gran conversador. Nació en Naranjal (1937), un caserío del Municipio de Ovejas.
Durante más de veintisiete años estuvo al frente de la rectoría del Colegio INEM de Cartagena, desde donde desarrolló una invaluable labor en pro de la educación de los estudiantes, sobre todo en el campo de la investigación y la creación. Sus poesías hacen parte de antologías de poetas nacionales e internacionales. Es autor de los libros de poesías “El cielo que me tienes prometido”, “No solo poemas”, “Las mismas historias”, “Perros de Presa”, Agua de Alondra”, “Agua del tiempo muerto”, “Retrato de Guerrero”, “El baile de los bastardos”, “Árbol de Leva”, “La Casa del Conde”, “La Noche del Nocaut” y “Veinte poemas eróticos y una canción sosegada”, “Los días de la ciudad” (2004) y “Agua Erótica” (2005).
En 1974 recibió el Premio Nacional de Cuento con el libro “Las Mismas Historias”, el que escribió conjuntamente con su hermano Jairo. Mención de Honor en el Concurso Nacional de Cuentos Biblioteca “Gabriel Turbay” de Bucaramanga. Primer puesto en el Concurso Nacional de Cuentos de la Universidad Surcolombiana, en Neiva en 1975. Mención de Honor en 1976 en el Concurso Casa de las Américas en la Habana, Cuba, modalidad poesía.
Ha sido incluido en varias antologías de poetas colombianos. Fue elegido como el mejor Poeta Nacional en el concurso organizado por la Casa de Poesía Silva.
Miembro Fundador de la Asociación de Escritores de la Costa, ha ocupado los cargos de Fiscal, vocal y vicepresidente y Presidente del Parlamento de Escritores del Caribe Colombiano, período 2005-2006.

YNGERMINA

Taller de Creación Literaria
¿Que es?

Es una actividad de tipo intelectual y creativa en la que participan muchas personas que imaginan, comentan, analizan, cuestionan, investigan, producen textos y orientan toda clase de redacción que entre ellos se produzca.
Para que es el seminario taller
De acuerdo con la mecánica del taller, al finalizar este, los miembros podrán:
Desarrollar habilidades en la producción de textos.
Estimular la creatividad en los niños y niñas a través de la observación del medio.

Adquirir destrezas en la producción de textos.
Mejorar la capacidad comunicativa por medio de textos escritos.
Para diferenciar los diversos tipos de textos que puede producir el intelecto.
Para enriquecer el vocabulario y mejorar la producción oral.

Para tener un mínimo de conocimiento sobre las normas que rigen los diversos clases de textos.
Para habituar el espíritu a la lectura y a la escritura.


¿Cuáles son los fines Taller?
Que al término de él, por lo menos cada uno de los participantes sea consciente y manifieste su sensibilidad y su estética por el arte, en especial por la literatura y por la bella palabra escrita. De manera que pueda redactar:
Una carta de amor
Una reseña crítica sobre un texto leído
Una buena noticia de prensa
Una anécdota memorable
Un informe detallado sobre una actividad
Un ensayo corto sobre un tema, sea de la creación o de la investigación
Un sueño extraviado
Un cuento literario
Un poema para la novia de al lado
Un acróstico para la novia de mi amigo
Un discurso para el político vecino
Un editorial para el periódico de ayer
Un epitafio
Un memorando
Y, hasta una homilía para leerla en el púlpito.
¿Quiénes son los beneficiarios?
Desde hace siete años, el taller de Creación Literaria, está dirigido específicamente a adultos de ambos sexos, mujeres y hombres, hombres y mujeres, de niveles de educación diferentes, que incluye profesionales y no profesionales, lo importante es que las personas tengan vocación e inquietudes literarias y deseen mejorar su producción, en los campos de la poesía o de la narrativa.
En todo caso, los talleristas, sus integrantes, director y miembros, y los que llegan ocasionalmente, deben ser mayores de edad o estar en un período de transición. Aunque esto no obsta para que asistan personas que estén muy por debajo de dicha edad..
Desde el punto de vista de la teoría, el taller puede ser visto como elemental, es decir, asequible a aquellas personas que apenas ingresen y tengan conocimientos mínimos del quehacer literario.

Cuánto es el tiempo del Taller?
Aunque el taller está diseñado para dos etapas anuales, generalmente se trabaja los sábados cuatro (4) horas, durante cuarenta y seis (46) semanas, descansándose solamente las dos primeras del mes de enero y las dos últimas del mes de diciembre.
1ª. Etapa: se inicia el tercer sábado del mes de enero y culmina con el segundo sábado de julio. Las jornadas son continuas, es decir, que el Taller no descansa en Semana Santa.
2ª. Etapa: se inicia el tercer sábado de julio y culmina el segundo sábado del mes de diciembre. También las jornadas de cuatro horas son continuas.

¿Y dónde se realiza el taller?
En los últimos años el Taller de Creación Literaria se ha realizado en dos lugares:
La Casa de España, ubicada en el centro de la ciudad, en la calle don Sancho y La sede de la Asociación de Escritores de la Costa, ubicada en el centro de la ciudad, calle Baloco No. 2-08

¿Y cuál es el índice temático del Taller?
El índice temático del taller, que está orientado a despertar, estimular y desarrollar las habilidades creativas y comunicativas, entre otros temas, además de los propios trabajos de los talleristas, analiza los siguientes:
Lectura de Cuentos y fábulas
Lectura de Crónicas y Ensayos
Lecturas de Epístolas y poemas
Niveles sociales del lenguaje
Análisis del Lenguaje literario y lenguaje figurado
Párrafos y discuross
Morfología y sintaxis
Métrica, música y ritmo
Producción de textos
Redacción de textos
Elaboración de ensayos
Trucos del escritor
Cualidades del escritor
Cualidades innatas
Vocabulario


Metodología

Desde su fundación el taller que ha sido abierto para la participación ha tenido como mitología, la lectura de trabajos de cada uno de los miembros, poesías, cuentos, ensayos, crónicas. La sesión se inicia con la llegada del director o del moderador, quien pregunta quienes han llegado, se toman los nombres y apellidos de los asistentes y luego se procede a la lectura.
Se pregunta quien quiere leer sus textos y espontáneamente cada uno de los asistentes hace su lectura. Leído cada texto, se somete a un riguroso análisis, no sin antes permitirle al escritor de una explicación somera de su trabajo literario, de las influencias, de los motivos que lo llevaron a escribir dicho texto.
Posteriormente cada uno de los miembros interviene, da su opinión respecto al texto leído, esta opinión solo puede ser controvertida por otro miembro, más no por el autor del trabajo.
Mientras se realiza la discusión, el secretario del taller toma nota de lo que acontece, al final, lee las sugerencias que hicieron sobre el texto, las opiniones y se acuerda inmediatamente los temas de la próxima sesión.

Proyección a la Comunidad
La Asociación de Escritores de la Costa, y en especial el grupo de escritores que integran el Taller, tiene una proyección permanente a la comunidad, unas veces con talleres y charlas y otras veces con eventos, tales como recitales y conversatorios sobre temas que atañen a la misma localidad.
Pero además, el Taller no solo ha operado en Cartagena, sino que también ha realizado jornadas continuas en Magangué, Mompox, Zambrano, Calamar, Turbaco, San Jacinto y otras poblaciones y municipios del Departamento.
Esas salidas nos han permitido estrechar aún más los lazos de amistad y conocer escritores y extraer otros del anonimato.

Sostenibilidad del Taller
El Taller se sostiene con el apoyo de entidades que desde sus inicios nos lo han prestado. No obstante, para obtener esos beneficios o apoyos, la dirección de la Asociación lo solicita, ya sea a personas naturales o jurídicas, las que la mayoría de las veces apoyan con dinero o con especies. Otro tanto hacen los escritores que donan sus libros y el producto de su venta queda para la organización.
Otras veces hemos recurrido a la venta de BONOS DE APOYO A LA CULTURA, cuyo valor se especifica en valores como, diez, veinte y hasta cincuenta mil pesos.